El giro estético de la ilustración se debe, fundamentalmente, a Kant y a Hegel. En ese contexto, el concepto de imagen visual emerge, atrapando al arte en las redes estéticas. La modernidad, en esa época, adquiere toda su madurez y habilita un giro, en la filosofÃa, occidental, que estetiza la razón. Radicalizado el giro, en el llamado postestructuralismo, es Vilém Flusser, quien, desde su nomadismo e indisciplinamiento, plantea una radical crÃtica al pensamiento hegeliano, desde “la imagen técnica†como “elogio de la superficialidadâ€, o, en nuestro parecer, “teorÃa de la pantallaâ€. Los intermedios y posteriores, planteamientos crÃticos en crisis, deconstructivos, fundamentalmente, en el caso de Derrida, desestabilizan y tensionan, el planteamiento estético, desde los márgenes (párergon) y la interrogante por “la verdad†de lo visual. La postestética, tanto en Badiou como en Rancière, se pregunta en un caso (Badiou) por lo inestético y, en el otro (Rancière), por el reparto de lo sensible.
El presente texto, analiza, desde la crÃtica a la estética, tanto en Kant como en Hegel, el giro visual en Flusser, la deconstrucción y el giro de los llamados postalthusserianos (Badiou y Rancière), y la implicancia de la imagen técnica que, desde lo superficial y lo profundo, permiten delinear los trazos de una teorÃa de la pantalla.